Época: Celtiberia
Inicio: Año 90 A. C.
Fin: Año 150


(C) Alicia Checa, Alfredo Jimeno, Jordi Joan-Tresserras, Juan P. Benito, Alberto Sanz



Comentario

Por Alicia Checa, Alfredo Jimeno, Jordi Joan-Tresserras, Juan P. Benito, A. Sanz


1. INTRODUCCIÓN



Es destacable el escaso interés que siempre han tenido en el registro arqueológico, y en los diferentes trabajos de prospección y excavación, los molinos de mano en época protohistórica. En primer lugar, han sido interpretados, de forma implícita y genérica, como objetos destinados a la molienda exclusiva de cereal, cuando sabemos que los productos a moler podían presentar una amplia gama. En segundo lugar, su tamaño y peso, poco atractivos para su transporte, no ha fomentado la preocupación por su conservación y estudio.



Síntoma de esta situación, a nivel general, es la inexistencia de bibliografía sobre estos aspectos: es notable la ausencia de estudios específicos en trabajos de arqueología, siendo la única referencia -por lo demás repetitiva- la que encontramos en artículos y libros que versan bien sobre Historia de la Tecnología , o bien sobre Molinología , donde los molinos de mano ocupan apenas unas líneas en el capítulo de introducción histórica; a nivel particular, observamos esta situación en Numancia, donde el tratamiento de los molinos en las Memorias de excavación se reduce al mero recuento de los hallados en cada campaña.



2. UNA VÍA DE ESTUDIO: LA ANALÍTICA



Incomprensiblemente, nunca ha existido un mínimo interés por establecer un intento de reconstrucción de los molinos a partir de sus tipos, funcionamiento y uso, especialmente en el caso de los molinos circulares o rotatorios, donde este tema no está resuelto aún.



Aparte de algunos estudios sobre composición y procedencia de las muelas, solamente en los últimos años, se han realizado análisis -como veremos más adelante- para determinar el producto de molienda, ya que los restos microscópicos, tanto de origen orgánico (sílicofitolitos, gránulos de almidón, cristales de oxalato cálcico, etc.), como inorgánico (minerales básicamente) que aparecen incorporados en pequeños orificios y cavidades de la superficie activa de las muelas, proporcionan evidencias sobre qué productos han sido procesados en ellas. El estudio de estos residuos supone una revalorización de este tipo de material, aunque existen tres factores que limitan dicho estudio, como son la naturaleza petrográfica de las muelas, la cantidad de materia prima trabajada y la posibilidad, por el momento no atestiguada, de transformación de diferentes productos en un mismo útil.



Aun así, la aplicación de este tipo de estudios en la interpretación de la funcionalidad y uso específico de diferentes artefactos y áreas de actividad supone un avance significativo en las investigaciones arqueológicas, complementando así los resultados obtenidos por otras disciplinas más o menos consolidadas (análisis traceológicos, paleocarpológicos, antracológicos o faunísticos), relacionadas con cuestiones de paleodieta.



3. EL CASO DE NUMANCIA



Los molinos de mano del yacimiento de Numancia presentan una tipología doble: barquiformes, o de vaivén, y circulares, o rotatorios (incluyendo entre estos últimos un ejemplar claramente romano). Ambos tipos conviven en la ciudad al menos desde el siglo I a.C. y hasta el abandono de la misma, sin poder precisar más al respecto, puesto que los ejemplares recuperados en las excavaciones antiguas no tienen referencia estratigráfica. La materia prima en la que están realizados es arenisca y conglomerados, materiales ambos muy comunes en el entorno próximo a Numancia, como se refleja en la Figura 1, que nos muestra los afloramientos de arenisca y conglomerados existentes en un radio de 5 Km. con respecto a la ciudad. Esto permite deducir que no fue difícil el abastecimiento de materia prima en este sentido, pues ésta es eminentemente local.



Esta colección de molinos tiene distinta procedencia: por un lado, contamos con un numeroso grupo, ubicado actualmente en el mismo yacimiento para que pueda ser contemplado por los visitantes, que surgió a partir de la tradición de los propios guardas por concentrar allí los molinos que aparecían por las distintas zonas de la ciudad y del entorno. Sin embargo, pese a ser el más numeroso, es el menos aprovechable para la analítica, al haber estado durante largo tiempo expuesto a las inclemencias metereológicas.



Por otro lado, localizamos otro pequeño lote de molinos en los fondos del Museo Numantino, procedentes de Numancia. Este grupo está constituido fundamentalmente por bases de molinos rotatorios que, por haber estado siempre bajo techado y conservar residuos susceptibles de análisis, han proporcionado una buena información a través de la analítica.



Con los dos grandes grupos hemos obtenido un conjunto de información sobre sus diferentes tipos y funcionamiento, su uso, y, en consecuencia, una posible relación tipo de molino-producto de molienda. Señalar, antes de pasar a exponer los resultados, que, en este doble estudio, dejamos fuera los molinos de mano barquiformes, puesto que su funcionamiento es claro, y su uso no fue posible determinarlo al no existir muelas no contaminadas válidas para la analítica.



3. 1. TIPOS DE MOLINOS ROTATORIOS Y SU FUNCIONAMIENTO



Contamos con dos parámetros para clasificar los distintos molinos rotatorios: huellas de enmangue y huellas de anclaje, observables en la volandera o muela superior de los molinos. Las primeras, cuando aparecen, lo hacen en la cara superior de dicha volandera, lo que nos permite deducir que el mango utilizado para girarla es perpendicular a esta misma en la mayoría de las ocasiones. Este mango puede ser de madera o de hierro (en este caso fundido con plomo a la volandera), y simple o doble en función de su uso (por una o dos personas) o el movimiento realizado (giratorio o semigiratorio). Por otro lado, las huellas de anclaje suelen ser piezas de hierro unidas a la muela superior también mediante plomo fundido y sirven para fijar ambas muelas, engarzándose siempre al eje (encajado en la muela de base y situado en el agujero donde se vierte el grano), facilitando así la molienda, al evitar que las muelas se desplacen. Por último, señalar que el mango puede aparecer asociado o no al anclaje, en función de la respectiva y explícita ausencia/presencia de huellas de enmangue. Teniendo en cuenta estas cuestiones previas, es posible distinguir varios tipos de molinos rotatorios, como podemos observar en la Figura 2.



El Tipo 1, de Anclaje central y mango único, y el Tipo 2, de Anclaje centro-lateral, simple (2a) o doble (2b), y mango único, se caracterizan, además, por su pequeño tamaño (45 a 50 cm. de diámetro) y por la existencia de un sólo mango (no asociado al anclaje ya que la muela presenta huellas de enmangue y de anclajes diferenciadas), lo que los hace adecuados para su utilización por una sola persona que, en la actividad de molienda, imprimiría a la volandera un movimiento giratorio o semigiratorio indistintamente.



El Tipo 3, de Anclaje doble, en ángulo y asociado a doble mango, presenta huellas de anclaje con forma de 'T' invertida, acoplándose el mango directamente a la pieza del anclaje (ya que no hay huellas distintivas de enmangue). Por su pequeño tamaño, similar a los tipos 1 y 2, también sería usado por una sola persona que, al contrario que en los anteriores, daría a la volandera un movimiento semigiratorio, mucho menos agotador, en la actividad de molienda.



El Tipo 4, de Anclaje doble, enfrentado y asociado a doble mango, también se caracteriza por huellas de anclaje con forma de 'T' invertida. En este caso, dicho anclaje se resuelve mediante un sogueado (aquí no sería de hierro) que articularía los mangos con el eje central de la muela base. Los mangos podrían ser fijos o exentos; en este último caso sólo se acoplarían a la volandera en el acto de la molienda, como se ha documentado en el yacimiento de Calafell (Tarragona). Su tamaño, similar a los tipos anteriores, hace suponer que sería utilizado por una sola persona que, ayudada por los dos mangos, imprimiría a la volandera un movimiento semigiratorio en la actividad de molienda.



El Tipo 5 presenta características físicas bastante distintas a los anteriores: anclaje doble, enfrentado, asociado a un único mango y con huellas de anclaje en forma de 'T' invertida . El mayor tamaño de la muela, tanto en su diámetro (más de 60 cm.), como en su grosor, permite proponer una solución distinta: el anclaje también serviría de soporte al mango -aquí en forma de barra, y horizontal a diferencia del resto-. Debido a todo ello, es probable que la molienda en una muela de este tipo se llevara a cabo por dos personas, realizando un movimiento giratorio completo, asemejándose a la realizada con el típico molino romano.



El Tipo 6 es el característico molino romano del que sólo poseemos la base (meta molendaria) que presenta una superficie de trabajo en forma convexa y que se ajustaría perfectamente a la volandera para facilitar la molienda. En la parte superior se observa un rehundido donde iría encajado un eje de madera que se articularía con la armadura externa, también de madera, que sujeta y engloba a la muela superior (como se puede observar en la reconstrucción que, de este tipo de molino, aparece en la figura 2) . Esta muela superior (volandera, castellus) tiene forma de doble cono enfrentado: la parte superior sirve como tolva para el grano, mientras que la inferior, cuya superficie activa es pronunciadamente cóncava, se encaja en la muela de base. Del cuello, o estrangulamiento del doble cono, parten dos vigas de madera que sirven, a modo de doble mango, para mover el castellus mediante un movimiento giratorio completo realizado por al menos dos personas, o recurriendo, incluso, a la fuerza animal. Este tipo de molino se denomina genéricamente 'molino de sangre' puesto que se necesita una fuerza impulsora mayor que en los anteriores para ponerlo en funcionamiento, aunque también se consigue, lógicamente, una mayor capacidad de producción.



3.2. LOS PRODUCTOS DE MOLIENDA



Los análisis practicados permiten determinar tanto los productos que fueron procesados (cereal y bellota en el caso de los molinos analizados), como el tipo de proceso al que fueron sometidos (descascarillado, observable a partir de los restos de esqueletos silíceos, pertenecientes a cubiertas de grano, que aparecen en el análisis de sílicofitolitos; y molienda propiamente dicha, documentada a partir de los gránulos de almidón que son indicadores de comprensión para la obtención de harina). Así pues, puede establecerse la funcionalidad de los molinos rotatorios de Numancia, a partir del análisis de sílicofitolitos y almidones, donde es destacable el uso mayoritario de los molinos en el procesado de bellota frente a los empleados en el procesado de cereal. Así mismo, se documenta el uso de molinos para descascarillado de cereal, más concretamente cebada según los molinos analizados (Figura 3A). (INSERTAR FIGURA 3)



En las muelas empleadas para el procesado de bellota se identifican gránulos de almidón pertenecientes al tipo Quercus, sin poder determinar la variedad. No se detectan microcarbones, indicadores de un posible torrefactado anterior a la molienda, factor que sugiere que se pudo proceder al molido simplemente tras la extracción de la cubierta, posiblemente por percusión o tras un remojo previo. El molido de estos frutos secos se puede relacionar con un proceso anterior a la preparación de algún tipo de producto cuya base sea la harina de bellota.



En las muelas empleadas para el procesado de cereales, la totalidad de las células detectadas en el análisis de sílicofitolitos pertenecen a la familia de las gramíneas (Poaceae), mayoritariamente a la subfamilia Festucoideae. En una de las muelas se identifican esqueletos silíceos correspondientes a restos de cubiertas de cereales: esto podría estar asociado al molido de granos que todavía conservasen restos de cubiertas, o bien a operaciones de descascarillado; siendo esta última la opción más probable, puesto que la muela que proporciona estos resultados presenta una preparación para este uso mediante un piqueteado en su superficie activa. Estudios experimentales y etnográficos avalan esta posibilidad ya que revelan que, en ocasiones, la extracción de cubiertas del cereal se efectúa en los propios molinos tras el remojo previo de los granos.



Añadir que parte de los esqueletos silíceos, asociados a operaciones de descascarillado, documentados en esta muela, pertenecen a cebada (Hordeum vulgare L.); pero en esta misma se detectan también un pequeño número de gránulos de almidón, asociados a actividades de molienda, correspondientes al tipo Triticeae, aunque dentro de estos no es posible distinguir si proceden de trigos o de cebadas.



En las otras dos muelas que han procesado cereal, los gránulos de almidón son especialmente abundantes, presentando alteraciones características del molido. En una de ellas incluso se identificó cereal malteado, puesto que algunos de los gránulos presentan gelatinización, indicadora de que los granos de cereal fueron calentados estando húmedos. El malteado de granos es un elemento de protección contra los parásitos, ya que proporciona una mayor durabilidad al cereal para consumo humano; y, a su vez, está relacionado con el proceso de elaboración de la cerveza (caelia).



Desde un punto de vista funcional, destacar que en ningún caso se han documentado restos de cereales y de bellotas en una misma muela analizada, lo que puede sugerir bien la asignación de un uso exclusivo a cada molino para la transformación de alimentos concretos o bien que solamente se detectan los residuos correspondientes al último uso de la muela.



Para finalizar, es posible establecer, según las muelas analizadas, una relación entre tipo de molino y producto de molienda: Se documenta una predisposición a emplear muelas de arenisca, por lo general planas, de considerable grosor y sin presencia de estrías, para el procesado de bellotas. Mientras que son de material variable (conglomerados, arenisca, y, en ocasiones muy puntuales, caliza), por lo general inclinadas, y de menor grosor que las anteriores, las muelas empleadas para el procesado de cereal, como se puede apreciar en la Figura 3B.



4. RECONSTRUCCIÓN AMBIENTAL Y DIETA ALIMENTICIA



La información que nos proporciona el análisis de los productos procesados en las muelas debe complementarse con otras estrechamente relacionadas con ella: qué alimentos nos ofrece el entorno de Numancia susceptibles de ser molidos, y cuales de estos formaron parte de la dieta alimenticia de los numantinos. En este marco, resaltar que, en los trabajos de investigación, el procesado de cereal en la prehistoria ha sido un hecho asumido, mientras que no lo ha sido tanto el procesado de bellota, por lo que es importante determinar su papel, además de en dicho procesado, en la reconstrucción ambiental y en la dieta alimenticia.



En cuanto a la reconstrucción ambiental, los análisis polínicos efectuados en el campamento romano de El Castillejo, uno de los integrantes del cerco de Escipión, denotan la presencia de Quercus sp. (sin determinar especie) en el entorno próximo a Numancia, desde época tardoceltibérica hasta romanoimperial, constatándose un aumento progresivo de ésta en este intervalo temporal.



Con respecto a la dieta alimenticia, los análisis de oligoelementos practicados en los restos óseos humanos quemados de la necrópolis celtibérica de Numancia muestran una dieta rica en componentes vegetales, con un peso importante de frutos secos -según los niveles elevados de Cu, Mg y Ba-, como bellotas, y pobre en proteínas animales, configurándose todo ello como base de una economía mixta .



Dentro del aspecto de dieta alimenticia, las Fuentes Clásicas nos hablan del consumo de bellotas. Así Estrabón menciona su recolección en la Península Ibérica, principalmente en el noroeste, como una de las formas más primitivas de vida económica y de dieta, constituyéndose como alimento fundamental durante las dos terceras partes del año. Explica como la transformaban en harina con la que elaboraban un pan que podía conservarse durante largo tiempo . Plinio cuenta que la bellota era un alimento común en bastantes zonas de Hispania, pudiéndose tomar dulces como segundo plato, o bien se secaban y molían para hacer pan en épocas de escasez .



Las Fuentes recogen también la elaboración y consumo de la caelia por parte de los celtíberos y otros pueblos peninsulares . Orosio comenta que los numantinos la bebían antes de entrar en combate. También nos relata su proceso de fabricación a partir del grano de trigo, previamente humedecido, calentado mediante fuego para aumentar su tamaño; todo ello, una vez seco, se convertía en harina mediante molienda, que se mezclaba con un jugo suave; la fermentación que se conseguía daba lugar a una bebida de sabor áspero que producía un calor embriagador . También Floro recoge el importante papel que ésta tuvo, entre los numantinos, en los banquetes rituales funerarios. Todo ello entra en consonancia con los restos de cereal malteado registrados en una de las muelas analizadas.



5. CONCLUSIONES



Esta comunicación pone de manifiesto la importancia que tiene la valoración y análisis de los molinos de mano para el conocimiento de aspectos relacionados con la alimentación, economía y medio ambiente del mundo celtibérico.



El estudio de los molinos rotatorios de Numancia nos ha permitido diferenciar seis tipos atendiendo, principalmente, a las características de los anclajes de las dos piedras (fija y volandera) que articulan y mantienen el equilibrio de estas al realizar el movimiento de rotación. Cuatro de estos tipos corresponden a molinos de mano domésticos, movidos por una persona. Conocemos por las Memorias de excavación que generalmente se encontraban dos por casa. Es probable que esta dualidad esté en relación con los datos aportados por la analítica, que diferencia dos tipos de molinos: los destinados a la molienda de bellota y a la de cereal.



Otros dos tipos corresponden a molinos de mayores dimensiones (de carácter industrial), que serían movidos por al menos dos personas; o incluso, en el caso del Tipo 6 (del que solo se conserva la meta molendaria), desarrollado en el mundo romano, con la aplicación de fuerza animal.



Los datos proporcionados por el análisis de sílicofitolitos y almidones coinciden y completan los resultados obtenidos en el de oligoelementos realizado a los restos humanos de la necrópolis celtibérica, reforzando el peso que los frutos secos, en concreto la bellota, tuvieron en la dieta alimenticia de los numantinos junto a los cereales (trigo y cebada), documentando también el consumo de caelia citada por los autores clásicos.